El acceso a los servicios de adicción varía según la raza y el género

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Group of people of different races and genders
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Las disparidades en el acceso a un tratamiento de calidad influyen en todos los aspectos de la atención médica y los resultados sanitarios, y la crisis de opioides no es diferente. Mientras que personas blancas de género masculino continúan experimentando las tasas más altas de uso indebido y de muertes por sobredosis de opioides, los estudios muestran que las minorías y las personas pobres con trastornos por uso de opioides siguen en desventaja cuando se trata de acceder al tratamiento adecuado y que las mujeres enfrentan barreras aún mayores para acceder a ambos tipos de tratamiento y a la reversión de sobredosis que los hombres.

La aprobación de la buprenorfina en 2002 marcó un hito en el tratamiento de la adicción a los opioides, porque puso a disposición por primera vez en los consultorios médicos un tratamiento parcial con agonistas potente y relativamente seguro. Pero los pacientes que han podido aprovecharlo son predominantemente blancos. Un nuevo estudio en el JAMA Psychiatry (enlace externo) con base en datos representativos a nivel nacional de la Encuesta Nacional de Atención Médica Ambulatoria y la Encuesta Nacional de Atención Médica Ambulatoria de Hospitales encontró que los individuos blancos y aquellos con seguros privados o que pueden pagar de su bolsillo tienen muchas más probabilidades de recibir buprenorfina que otros pacientes.

Un estudio de cohorte retrospectivo de pacientes que recibieron buprenorfina de una destacada clínica urbana encontró que los pacientes de minorías tenían muchas menos probabilidades de permanecer en tratamiento durante al menos 1 año, en comparación los pacientes blancos. Finalmente, un estudio publicado en el JAMA Pediatrics en 2017 encontró que los negros no hispanos y los hispanos jóvenes tenían menos probabilidades de recibir tratamiento con buprenorfina o naltrexona que los jóvenes blancos no hispanos.

Si bien la elección del medicamento debe ser determinada de acuerdo con la gravedad y otras características del trastorno por consumo de opioides de una persona, un estudio de pacientes que utilizan los servicios de tratamiento de la Administración de Salud de Veteranos encontró que la demografía era más frecuentemente el factor determinante. Las minorías tenían muchas más probabilidades de recibir metadona en lugar de buprenorfina.

También existen disparidades en la atención relacionadas con el género: Las mujeres con trastorno por consumo de opioides tienen menos probabilidades de acceder a tratamientos y otros servicios en comparación con los hombres. El estudio del JAMA Pediatrics analizado anteriormente encontró que las mujeres eran tenían menos probabilidades que los hombres de recibir buprenorfina o naltrexona para el trastorno por consumo de opioides. Las mujeres embarazadas pueden estar en una situación de especial desventaja, tanto porque puede que se resistan a buscar tratamiento por miedo a repercusiones legales como por la discriminación de los proveedores. Un estudio del invierno pasado en la revista Substance Abuse encontró que los proveedores de tratamiento con agonistas opiáceos en cuatro estados de los Apalaches no solían tratar a las mujeres embarazadas. Esto es particularmente preocupante, ya que se ha demostrado que la buprenorfina y la metadona son seguras para mujeres embarazadas.

Es posible que las mujeres tampoco estén recibiendo naloxona con la misma frecuencia como los hombres cuando sufren una sobredosis. Un estudio de 2016 encontró que las mujeres que sufrían una sobredosis de opioides tenían casi tres veces menos probabilidades de recibir naloxona de los Servicios Médicos de Emergencia (EMS) que los hombres.

Aunque los blancos de género masculino siguen siendo los más afectados por la adicción a los opioides, las muertes por sobredosis están aumentando a tasas más altas entre ciertas minorías, como los indígenas americanos y los afroamericanos, lo que refleja la naturaleza en constante transformación de la crisis de opioides. Mientras trabajamos para integrar la atención de adicciones en el sistema de salud más amplio, es importante asegurarnos de que los mismos altos estándares de tratamiento de adicciones y servicios de emergencia estén disponibles para todas las personas con trastorno por uso de opioides, independientemente de su raza, género o clase social. Para garantizar que la atención médica de calidad sea un derecho y no un privilegio de ciertos grupos, debemos abordar las disparidades que afectan a quién puede acceder a dicha atención y la calidad de los cuidados médicos recibidos. Promover la constancia de estas disparidades es el primer paso para encontrar soluciones.