Cuando está disponible y cuando es posible administrarse de forma apropiada y eficaz, la medicación es una parte crucial del tratamiento de la adicción, pero por sí sola, una pastilla o una inyección pueden no ser suficientes. Se sabe desde hace mucho tiempo que el apoyo social es un factor importante en una variedad de programas de recuperación y enfoques de tratamiento. Ahora, por primera vez, un estudio en animales realizado por miembros del Programa de Investigación Intramuros del NIDA y un científico en Italia, ilustra cuán potente puede ser el refuerzo social, incluso en animales que ya son "adictos" a drogas tan reforzadoras como la heroína y la metanfetamina.
El nuevo estudio, dirigido por el Dr. Marco Venniro del NIDA, requirió que las ratas eligieran entre la interacción social con otra rata o el acceso a una droga (heroína o metanfetamina). Los animales consistentemente eligieron la interacción social cuando se les dio la opción, y esto sucedió cuando se les dio acceso a la droga por primera vez o cuando eran consumidores de drogas experimentados.
Para evaluar el nivel de adicción en las ratas, los investigadores utilizaron un conjunto sofisticado de paradigmas de comportamiento que intentan modelar los tipos de elecciones que hacen los seres humanos adictos a las drogas. Esto incluye evaluar qué tan duro trabajará una rata para llegar a la droga y si la respuesta persiste a pesar del castigo (por ejemplo, breves descargas eléctricas). Las diferencias individuales surgen en estos paradigmas; pero a pesar de todo, el refuerzo social siempre venció a la droga. Incluso cuando las ratas estaban alojadas con otras ratas y, por lo tanto, vivían en un entorno social, siempre eligieron un mayor contacto social en lugar de la opción de autoadministrarse la droga.
Los experimentadores manipularon la recompensa social introduciendo un retraso y un estímulo aversivo en algunas condiciones. Las ratas adictas solo eran propensas a escoger la droga en lugar de la interacción social (es decir, a recaer) cuando se retrasaba o se castigaba suficientemente el acceso a otras ratas.
Se trata de una serie de resultados sorprendentes: Aunque investigaciones anteriores habían establecido que el aislamiento llevaba a los animales a autoadministrarse drogas y que el alojamiento social protegía contra el consumo de drogas, ningún estudio había dado a los animales la capacidad de elegir una u otra; las condiciones siempre habían sido controladas por el investigador. (Algunos estudios habían utilizado alimentos apetecibles como una alternativa de elección, pero no el contacto social).
Otra sorpresa tuvo que ver con el fenómeno conocido como incubación del ansia por las drogas. Las ratas que se autoadministran regularmente una droga muestran un aumento en la búsqueda de drogas después de un período de abstinencia (generalmente forzada), similar a lo que experimentan muchos consumidores de drogas humanos después de la abstinencia, que es a menudo lo que provoca una recaída. Sin embargo, las ratas que se volvieron voluntariamente abstinentes eligiendo repetidamente la interacción social no demostraron este efecto de incubación.
Los autores de este estudio señalan que nuestras necesidades sociales como humanos son mucho más complejas que las necesidades sociales de las ratas. Además de las interacciones sociales y el compañerismo (formas más inmediatas de gratificación social), también necesitamos expectativas sociales más distales, como la promesa de una participación significativa en nuestra comunidad o sociedad. Pero los hallazgos del estudio brindan información valiosa sobre cómo los programas de recuperación centrados en la ayuda mutua, así como los enfoques de tratamiento que enfatizan el refuerzo social, podrían ayudar a las personas a superar los problemas de drogas.
Por ejemplo, uno de los tratamientos conductuales mejor respaldados es el enfoque de refuerzo comunitario (CRA), que se centra en la construcción de un nuevo sistema de apoyo social y en aumentar el valor de otras recompensas no relacionadas con las drogas en la vida del individuo. Otros enfoques, como la terapia cognitivo-conductual, también buscan aumentar la prominencia de recompensas sociales menos inmediatas cuando los pacientes se enfrentan a las tentaciones inmediatas del consumo de drogas. Incluso los grupos de recuperación para personas con adicciones a las drogas o al alcohol basados en modelos de 12 pasos o similares dependen en gran parte de la construcción de una nueva estructura social en la que la persona pueda funcionar. Los autores del nuevo estudio argumentan que sus hallazgos dan peso al argumento de que este tipo de enfoques conductuales que incorporan influencias sociales complejas deberían estudiarse y utilizarse más ampliamente.