La marihuana—también llamada weed, herb, pot, grass, bud, ganja, Mary Jane y una gran cantidad de otros términos callejeros—es una mezcla gris-verdosa de hojas y flores secas y trituradas del cannabis sativa, la planta del cáñamo. Algunas personas fuman marihuana en cigarrillos arrollados llamados porros; muchas usan pipas, pipas de agua (a veces llamadas bongs) o cigarros de marihuana llamados blunts (que por lo común se arman cortando un cigarro a lo largo y reemplazando todo o parte del tabaco con marihuana).1 La marihuana también se puede usar para preparar té y, especialmente cuando se vende o consume con fines medicinales, a menudo se mezcla en alimentos (comestibles) como brownies, galletas o dulces. Las formas más potentes de marihuana incluyen la sinsemilla (proveniente de plantas femeninas de atención especial) y las resinas concentradas que contienen altas dosis de los ingredientes activos de la marihuana, como el aceite de hachís similar a la miel, el budder suave y ceroso y el firme shatter, con aspecto de ámbar. Estas resinas son cada vez más populares entre quienes las consumen con fines recreativos o médicos.
La principal sustancia psicoactiva (es decir, que altera la mente) de la marihuana, que es responsable de la mayor parte de los efectos embriagadores que buscan las personas, es el delta-9-tetrahidrocannabinol (THC). Esta sustancia se encuentra en la resina que producen las hojas y los brotes, principalmente de la planta hembra de cannabis. La planta también contiene más de 500 sustancias químicas, incluidos más de 100 compuestos que están relacionados químicamente con el THC y se conocen como cannabinoides.2