Un artículo publicado hoy en The Lancet estima que más de 1.5 millones de niños en todo el mundo han perdido al menos a uno de sus padres, a un abuelo custodio o a un abuelo que vivía con ellos debido a una muerte relacionada con COVID-19 durante los primeros 14 meses de la pandemia. El estudio de referencia destaca la orfandad como una consecuencia urgente e ignorada de la pandemia, y subraya la necesidad de que el apoyo psicosocial y económico basado en la investigación para los niños que han perdido a un cuidador sea un componente primordial de la respuesta a la pandemia.
El análisis utilizó datos de mortalidad y fertilidad, procedentes de 21 países y correspondientes al período transcurrido entre el 1.o de marzo de 2020 y el 30 de abril de 2021, para modelar índices de orfandad (la muerte de uno o ambos padres) vinculados con COVID-19 y la muerte de abuelos (de entre 60 y 84 años) encargados de la custodia o que residían en el mismo hogar que los niños. El estudio fue financiado en parte por el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA), parte de los Institutos Nacionales de la Salud.
En el artículo, las "muertes vinculadas con COVID-19" se refirieron a la combinación de muertes causadas directamente por COVID-19 y muertes causadas indirectamente por otras causas relacionadas, tales como el confinamiento, las restricciones sobre reuniones y la movilidad de las personas, y la menor disponibilidad o aceptabilidad de atención médica o de tratamiento de enfermedades crónicas.
Las experiencias traumáticas, como la pérdida de un padre o un cuidador, están asociadas con aumentos en el consumo de drogas, trastornos de salud mental, otros trastornos conductuales y afecciones crónicas de la salud. El NIDA apoya la investigación orientada a comprender el impacto del trauma en los jóvenes, prevenir el consumo de drogas cuando estos enfrentan dificultades y tratar el consumo de drogas en las poblaciones que experimentan un trauma.
“Estudios como este desempeñan un papel crucial para echar luz sobre las consecuencias a largo plazo de la pandemia de COVID-19 para las familias y para la salud y el bienestar mental futuros de los niños en todo el mundo”, dijo la Dra. Nora D. Volkow, directora del NIDA. “Si bien el trauma que experimenta un niño al perder a un padre o a un cuidador puede ser devastador, existen intervenciones basadas en la investigación que pueden prevenir consecuencias adversas adicionales, como el consumo de drogas, y debemos asegurar que los niños tengan acceso a esas intervenciones”.
Para estimar la orfandad y las muertes de cuidadores asociadas con la pandemia, el estudio utilizó datos de mortalidad excesiva y mortalidad por COVID-19 de 21 países, los cuales representaron el 77% de las muertes globales por COVID-19 durante 2020 y la primera parte de 2021. Esos países incluyen Alemania, Argentina, Brasil, Colombia, España, Estados Unidos, la Federación Rusa, Filipinas, Francia, India, Inglaterra y Gales, Irán, Italia, Kenia, Malaui, México, Nigeria, Perú, Polonia, Sudáfrica y Zimbabue.
Los autores estimaron que aproximadamente 1,134,000 niños perdieron a un padre o a un abuelo custodio debido a una muerte asociada con COVID-19. De esos niños, 1,042,000 perdieron a la madre, al padre o a ambos progenitores (la mayoría perdió solo uno, no ambos). En general, se estima que 1,562,000 niños han sufrido la muerte de al menos un padre, un abuelo custodio o un abuelo (u otro familiar mayor) con quien compartían el hogar.
Entre los países con la mayor cantidad de niños que perdieron a cuidadores primarios (padres o abuelos custodios) se encuentran Sudáfrica, Perú, Estados Unidos, India, Brasil y México. Los países con índices de muertes de cuidadores primarios asociadas con COVID-19 (>1/1000 niños) incluyeron a Perú, Sudáfrica, México, Brasil, Colombia, Irán, Estados Unidos, Argentina y Rusia.
El estudio halló que, en todos los países, las muertes asociadas con COVID-19 fueron más numerosas entre los hombres que entre las mujeres, particularmente entre personas de mediana edad o mayores. En general, la cantidad de niños que perdieron a su padre fue hasta cinco veces mayor que la cantidad de niños que perdieron a su madre.
“Sabemos por nuestras investigaciones que la pérdida de un padre o un cuidador puede trastocar la vida de los niños y presenta la posibilidad de afectar su desarrollo si no están en un entorno familiar estable. Si tomamos en consideración las variantes preocupantes o la posibilidad de enfermedad grave entre los jóvenes, no debemos olvidar que la pandemia continúa representando una amenaza para padres y cuidadores... y para sus hijos", dijo el Dr. Chuck A. Nelson, III, de Boston Children’s Hospital, autor del estudio.
Mientras que la investigación de la ciencia del consumo de drogas y la drogadicción continúa siendo el foco principal de la tarea del NIDA, el Instituto está apoyando investigaciones sobre el COVID-19. A tal fin, desde el comienzo de la pandemia ha otorgado fondos por más de $15 millones para proyectos relacionados con la enfermedad, los cuales podrían impulsar la infraestructura y los proyectos, conocimientos y recursos científicos actuales.
Referencia: S Hillis, et al. Global Minimum Estimates of Children Affected by COVID-19-associated Ophanhood and Death of Caregivers. The Lancet. DOI: 10.1016/S0140-6736(21)01253-8 (2021).