El consumo de marihuana en la adolescencia está vinculado a alteraciones en el circuito neural y en los síntomas del estado de ánimo

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Este estudio encontró que:

  • En algunos adolescentes, el consumo de marihuana se ha relacionado con una alteración en la comunicación entre dos regiones clave en el circuito de recompensa del cerebro a la edad de 20 años.
  • La alteración en la comunicación entre las regiones se asoció con una mayor deficiencia en el funcionamiento psicosocial a la edad de 22 años.

En un estudio reciente realizado con el apoyo del NIDA, los hombres de bajos ingresos que consumieron marihuana con una frecuencia creciente durante su adolescencia, a los 20 años mostraron una interrupción en la conectividad de un circuito cerebral que vincula las experiencias gratificantes con la motivación y el estado de ánimo. El estudio también reveló que la interrupción en el circuito a los 20 años se asocia con un menor rendimiento educativo y un mayor riesgo de depresión a los 22 años.

La Dra. Erika Forbes, la Sra. Sarah Lichenstein, el Dr. Daniel Shaw y otros colegas de la Universidad de Pittsburgh llevaron a cabo el estudio con 158 participantes de 20 años de edad, en el marco del Proyecto Pitt Mother & Child, con la intención de identificar el riesgo psicosocial y los factores de protección entre los hombres de bajos ingresos. Los investigadores preguntaron a los jóvenes cuántas veces al mes habían consumido marihuana cada año, desde los 14 años hasta la fecha, y los clasificaron en tres grupos de trayectoria según su patrón de consumo de marihuana: ningún consumo o un consumo bajo, el cual se mantuvo estable durante la adolescencia; consumo alto y estable; y la edad habitual de inicio (es decir, entre los 15 y los 16 años) con un consumo creciente a lo largo de la adolescencia.

Mientras estos jóvenes participaban en un juego diseñado para activar el circuito de recompensa del cerebro, se hicieron imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf). En el juego, los varones ganaron recompensas monetarias si adivinaban el valor de las cartas. Los investigadores evaluaron las IRMf para la conectividad funcional entre dos regiones clave en el circuito de recompensa del cerebro, la corteza prefrontal medial (CPFm) y el núcleo accumbens (NAc). Las regiones cerebrales están "conectadas funcionalmente" cuando sus niveles de actividad aumentan y disminuyen durante el desempeño de una tarea o como respuesta a un estímulo. La conectividad funcional entre las regiones en un circuito indica que comparten información mientras están ocupadas en una tarea, y esto es una medida de la integridad y la fortaleza del circuito.

Los investigadores descubrieron que las trayectorias de consumo de marihuana durante la adolescencia de los participantes del estudio predecían la conectividad funcional en su circuito de recompensa. Las IRMf revelaron una conectividad funcional positiva entre la CPFm y el NAc cuando los miembros de los dos grupos con antecedentes de un consumo de marihuana estable obtuvieron una recompensa monetaria, en comparación con las situaciones en las que no ganaron nada (vea la imagen). En contraste, la conectividad funcional entre las dos regiones fue negativa cuando los miembros del grupo que manifestó un consumo creciente obtuvieron una recompensa monetaria.

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Los patrones de consumo de marihuana en la adolescencia influyen en la conectividad funcional en la adultez temprana (A) La conectividad funcional dentro de la corteza prefrontal medial se midió en las áreas resaltadas en rojo. (B) En comparación con los participantes del estudio sin ningún antecedente de consumo o con un consumo bajo y estable de marihuana, o un consumo alto y estable, a los 20 años, los hombres jóvenes con antecedentes de un consumo creciente de marihuana durante la adolescencia tenían una conectividad funcional significativamente menor entre el núcleo accumbens y la corteza prefrontal medial. Debido a la amplia dispersión de datos en el grupo con un consumo alto y estable, la diferencia entre este y el grupo con un consumo creciente no fue estadísticamente significativa.
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Los investigadores evaluaron el estado psicosocial de los hombres jóvenes al momento de realizarles entrevistas de seguimiento, dos años después de que se hubieran hecho las IRMf. Se descubrió que los participantes con una conectividad negativa en los circuitos de recompensa a los 20 años experimentaron niveles más altos de síntomas del estado de ánimo (por ejemplo, depresión y anhedonia, es decir, la incapacidad de sentir placer) y era menos probable que se hubieran graduado de la secundaria (“high school”) o hubieran obtenido un título de bachillerato por equivalencia (GED, por su sigla en inglés) en la adultez temprana.

Preguntas subsiguientes

El diseño del estudio no permitió que los investigadores determinaran si las diferencias observadas en la conectividad funcional ya estaban presentes antes del inicio del consumo de drogas, si fueron inducidas por estas, o si fueron el resultado de una combinación de ambas cosas. De manera similar, no queda claro si la disminución en la conectividad neural fue el resultado o la causa de una disfunción psicosocial.

La Dra. Forbes se pregunta si los cambios que observaron en los circuitos de recompensa reflejan una tendencia estable asociada con el patrón de consumo o si son una consecuencia de este. Para averiguarlo, ella aclara que se deberá llevar a cabo un trabajo prospectivo en el que se mida la función cerebral antes, durante y después de los períodos de consumo de drogas.

El estudio generó algunos hallazgos inesperados que requieren una investigación más a fondo. Los investigadores se sorprendieron por la fuerte conectividad entre la CPFm y el NAc en los participantes con un consumo alto y estable de marihuana, ya que otros estudios han vinculado este patrón de consumo con una disminución en la conectividad funcional como respuesta a recompensas no relacionadas con las drogas. Sin embargo, este grupo también presentó los niveles más altos de otros factores de riesgo, como un nivel socioeconómico bajo y tasas más altas de psicopatologías (por ejemplo, trastorno de la personalidad antisocial, trastorno de ansiedad o consumo de otros tipos de sustancias). Esto sugiere que pudo haber habido otros factores con una mayor influencia que la simple frecuencia en el consumo de marihuana. También fue sorprendente observar la ausencia de cualquier vínculo entre la conectividad funcional y la frecuencia reciente del consumo de marihuana o la edad en que se inició. El equipo concluyó que tal vez el patrón de consumo durante los años de desarrollo (durante el tiempo de desarrollo cerebral y vulnerabilidad a los efectos de las drogas) era más importante que el consumo reciente.

Los investigadores señalan que es posible que los hallazgos de su estudio no se apliquen por igual en el caso de mujeres o de poblaciones en mejores condiciones económicas. La Dra. Forbes explicó que su estudio se concentró en hombres con un estado socioeconómico bajo debido a su alto riesgo de adicción. Sin embargo, ella dijo que sería importante realizar investigaciones similares en mujeres jóvenes, ya que su tasa de depresión es el doble que la de los hombres.

La Dra. Karen Sirocco, administradora científica en el área de salud de la Rama de Investigaciones de Prevención del NIDA, está de acuerdo con lo anterior y amplía este punto. Ella explica que los estudios prospectivos a futuro con una muestra más amplia que incluya a mujeres, diversos niveles de riesgo y diferentes entornos socioeconómicos ayudarían a determinar si se pueden generalizar los hallazgos de esta muestra compuesta exclusivamente por participantes varones de alto riesgo y de bajos ingresos que viven en sectores urbanos. Uno de estos es el estudio financiado por el NIDA sobre el desarrollo cerebral y cognitivo de adolescentes titulado Adolescent Brain and Cognitive Development (ABCD), un amplio estudio longitudinal que sigue a los participantes desde los 10 años hasta la adolescencia. Este estudio permitirá que los investigadores identifiquen el impacto de las trayectorias de consumo de sustancias durante la adolescencia en el desarrollo psicosocial y determinen si las anomalías en la conectividad neural funcional son anteriores o se originan como resultado del consumo de sustancias.

La Dra. Forbes considera que un estudio a fondo del desarrollo del cerebro adolescente es esencial para comprender el consumo de drogas y la adicción. Ella afirma que hay mucho que aprender sobre la forma en que las personas pasan de su inicio en el consumo de drogas hasta su consumo regular y el consumo problemático. La doctora explica que la identificación de los mecanismos subyacentes durante las etapas de desarrollo vulnerables será reveladora.

Este estudio contó con el apoyo de la subvención DA026222 de los NIH.

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El panel superior de la imagen muestra una sección transversal longitudinal (izquierda) y una sección transversal horizontal (derecha) de un cerebro. Las áreas rojas indican las de la corteza prefrontal medial que se usaron para evaluar la conectividad funcional.

El panel inferior muestra un gráfico de barras que ilustra la conectividad funcional entre la corteza prefrontal medial y el núcleo accumbens en tres grupos de personas que se distinguen por sus trayectorias de consumo de marihuana durante la adolescencia. El eje horizontal x muestra los tres grupos: con un consumo alto y estable de marihuana (izquierda), con un consumo creciente de marihuana (centro) y con un consumo bajo y estable de marihuana (derecha). El eje vertical y indica la conectividad funcional entre la corteza prefrontal medial y el núcleo accumbens en unidades arbitrarias en una escala de -0.6 a +0.6. Para el grupo con un consumo alto y estable, la conectividad funcional fue de aproximadamente +0.4; para el grupo con un consumo creciente fue de aproximadamente -0.5; y para el grupo con un consumo bajo y estable fue de aproximadamente +0.2. Las barras verticales indican la desviación estándar. Una línea horizontal con un asterisco indica una diferencia estadísticamente significativa entre el grupo con un consumo creciente y el grupo con un consumo bajo y estable.

Fuente:

Lichenstein, S.D., Musselman, S., Shaw, D.S., et al. Nucleus accumbens functional connectivity at age 20 is associated with trajectory of adolescent cannabis use and predicts psychosocial functioning in young adulthoodAddiction 112(11):1961-1970, 2017.