Nuevas pruebas de la relación entre los trastornos por consumo de drogas y la susceptibilidad a la COVID-19

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Courtesy of NIAID

Como escribí en abril, cuando la pandemia de COVID-19 era una amenaza de salud emergente en Estados Unidos, existen motivos de preocupación en cuanto a que las personas con trastornos por consumo de drogas pueden ser especialmente vulnerables a la COVID-19 y a sus peores desenlaces. En ese momento teníamos muy pocos datos que respaldaran directamente esa hipótesis, pero ahora es posible hablar con mayor certeza.

Dos semanas atrás, mis colaboradores QuanQiu Wang, Rong Xu (ambos de Case Western Reserve University), David C Kaelber (The MetroHealth System, Cleveland, Ohio) y yo publicamos en Molecular Psychiatry un análisis de datos electrónicos de los registros de salud de más de 73 millones de pacientes de 360 hospitales de Estados Unidos, de los cuales 7.5 millones (el 10.3% de la muestra) tenían un trastorno por consumo de drogas y 12,030 tenían COVID-19. De nuestro análisis se desprendió con claridad que las personas con trastornos por consumo de drogas tienen efectivamente un mayor riesgo de contraer COVID-19 y sufrir las peores consecuencias de la enfermedad. Esto fue particularmente cierto para las personas afroamericanas.

Quienes tenían trastornos por consumo de drogas estuvieron marcadamente sobrerrepresentados entre los enfermos de COVID-19: conformaron el 15.6% del grupo con COVID-19, si bien constituían solo el 10.3% de la muestra total. El riesgo de COVID-19 fue mayor entre quienes habían recibido un diagnóstico de trastorno por consumo de drogas durante el año anterior. Quienes tenían un diagnóstico reciente de trastorno por consumo de opioides fueron 10.2 veces más propensos a tener COVID-19 que quienes no tenían tal diagnóstico; los siguieron las personas con diagnóstico reciente de trastorno por consumo de tabaco (8.2 veces), trastorno por consumo de alcohol (7.8 veces), trastorno por consumo de cocaína (6.5 veces) y trastorno por consumo de cannabis (5.3 veces más).

Los 7.5 millones de pacientes de la muestra que habían tenido un trastorno por consumo de drogas en algún momento de su vida fueron 1.5 veces más propensos que los demás a recibir un diagnóstico de COVID-19. Quienes tenían un trastorno por consumo de opioides fueron 2.4 veces más propensos a sufrir de COVID-19 que las personas sin dicho trastorno, seguidos por aquellos con trastorno por consumo de cocaína (1.6 veces), trastorno por consumo de alcohol (1.4 veces) y trastorno por consumo de tabaco (fumar o vapear; 1.3 veces).

Los pacientes que habían recibido un diagnóstico de trastorno por consumo de drogas en algún momento de su vida también experimentaron desenlaces más graves de la COVID-19 que los demás pacientes, incluidos hospitalización (41% vs. 30%) y muerte (9.6% vs. 6.6%). La disparidad entre la población afroamericana y la población caucásica fue marcada: el 13% de las personas afroamericanas de la muestra que sufrieron un trastorno por consumo de drogas en algún momento de su vida y contrajeron COVID-19 fallecieron, en comparación con el 8.6% de las personas caucásicas con los mismos dos diagnósticos.

Las razones por las que las personas con trastornos por consumo de drogas tienen mayor riesgo de contraer una infección de COVID-19 y sufrir desenlaces adversos probablemente sean complejas. En primer lugar, muchos tipos de consumo crónico de drogas dañan o debilitan el organismo en formas que hacen que quienes consumen drogas sean más vulnerables a las infecciones. Como describí recientemente en Annals of Internal Medicine, los opioides comprometen la respiración. La reducción del ritmo respiratorio que causan los opioides puede llevar a la hipoxemia —disminución del oxígeno en la sangre—, lo cual puede dañar el cerebro y afectar la salud cardíaca y pulmonar. Las conductas asociadas con el consumo de opioides y de otros ciertos tipos de drogas ilícitas también aumentan el riesgo de contraer enfermedades infecciosas de toda clase. A pesar del distanciamiento social, las personas drogadictas necesitan interactuar con otros consumidores o distribuidores, por ejemplo, para obtener las drogas.

Nuestro estudio también reveló que el trastorno por consumo de tabaco (definido como dependencia de la nicotina, sin especificar el modo de administración) aumenta el riesgo de COVID-19. El daño que sufren los pulmones cuando una persona fuma es bien conocido; las investigaciones sugieren que el vapeo también afecta la salud pulmonar. La relación entre vapear o fumar y la COVID-19 también se ve respaldada por un análisis reciente de los resultados de una encuesta sobre las conductas relacionadas con el consumo de cigarrillos y los síntomas y el diagnóstico de COVID-19 que se publicó en la revista Journal of Adolescent Health . Entre los 4,351 adolescentes y adultos jóvenes que participaron de la encuesta, quienes habían usado alguna vez cigarrillos electrónicos (pero no habían fumado cigarrillos tradicionales) fueron cinco veces más propensos a reportar una infección por COVID-19, y quienes habían usado alguna vez cigarrillos electrónicos y fumado cigarrillos tradicionales fueron siete veces más propensos a reportar una infección por COVID-19. (Una posible variable de confusión fue que también era más probable que en estos grupos se realizaran pruebas de detección del virus).

Además de comprometer directamente la salud, el consumo de drogas y la adicción también afectan la salud en forma indirecta, ya que impiden el acceso a la atención médica. Debido al estigma, las personas con trastornos por consumo de drogas a menudo son más reacias que el resto de la población a buscar atención médica de cualquier tipo, y cuando lo hacen es posible que reciban atención de calidad inferior o se les niegue el servicio. Estas barreras hacen que sea más probable que quienes sufren un trastorno por consumo de drogas y contraen COVID-19 no reciban el mejor tratamiento —o se demoren en buscarlo—, lo que coloca a estas personas en una situación de mayor riesgo de desenlaces negativos.

Los mayores impactos se ven en la población afroamericana. Si bien los índices de consumo indebido de opioides entre la población negra y la población blanca son similares, el análisis que publicamos la semana pasada halló que, incluso entre los pacientes con trastorno por consumo de opioides, hubo una cantidad desproporcionada de diagnósticos de COVID-19 en la población afroamericana. Como consecuencia de disparidades sociales y económicas, las personas afroamericanas tienen índices más elevados de comorbilidades que aumentan la susceptibilidad a la COVID-19, tales como hipertensión, diabetes, enfermedades cardiovasculares y enfermedades renales.

Teniendo en cuenta lo que sabemos ahora sobre los trastornos por consumo de drogas y la susceptibilidad a la COVID-19, es fundamental que los proveedores de atención médica evalúen los antecedentes de tabaquismo, vapeo y trastornos por consumo de drogas de los pacientes con una infección confirmada o sospechada de COVID-19. Esto es particularmente cierto para las personas afroamericanas, a quienes un trastorno por consumo de drogas les puede conferir una vulnerabilidad especial a la COVID-19 debido a la larga historia de disparidades de salud y de acceso al cuidado de la salud. Los pacientes con trastornos por consumo de drogas o con salud pulmonar deficiente a causa del tabaquismo o el vapeo deben ser controlados de cerca para evitar tanto como sea posible las complicaciones más adversas del virus. Y abordar el trastorno por consumo de drogas debería ser un componente de toda estrategia integral de salud pública para combatir la COVID-19.