La metanfetamina es una droga tóxica y altamente adictiva. Se puede ingerir, inhalar, inyectar, aspirar o fumar. En la calle a menudo se conoce en español como "anfetas", "meta" y "tiza"; y en inglés como "speed", "meth" y "chalk". Otra forma de la droga, el clorhidrato de metanfetamina, se vende en cristales conocidos en español como "hielo", "cristal" y "vidrio"; y en inglés como "ice", "crystal" y "glass".
El abuso de la metanfetamina comenzó no hace muchos años en las zonas del oeste y sudoeste de los Estados Unidos y desde entonces ha continuado extendiéndose por todo el país, incluyendo las zonas rurales.
La metanfetamina con frecuencia se fabrica en laboratorios clandestinos y en casas particulares, usando ingredientes que se pueden obtener con facilidad. Cuando se fuma o se inyecta por vía intravenosa, el usuario siente una sensación inicial sumamente placentera, llamada "rush" o "flash", que dura apenas unos minutos. Cuando se toma por vía oral o cuando se inhala por la nariz, la metanfetamina produce una sensación más larga de euforia sin el "rush" inmediato. Otros efectos incluyen desvelo o insomnio, incremento en la actividad física y reducción del apetito.
La metanfetamina puede:
- Aumentar la temperatura corporal a niveles peligrosos.
- Aumentar la posibilidad de insomnio y temblores.
- Aumentar el ritmo cardiaco y la presión arterial, lo que puede resultar en daños irreparables en los vasos sanguíneos del cerebro y en una embolia o derrame cerebral.
- Aumentar el riesgo de contraer infecciones tales como la hepatitis B y C y el virus del VIH/SIDA, ya que, al deteriorarse el juicio o la habilidad para tomar decisiones, es más probable que el usuario realice comportamientos arriesgados, como tener relaciones sexuales sin protección o compartir jeringuillas y otros equipos para inyectarse la droga, los que potencialmente pueden estar contaminados.
- Resultar en episodios de comportamiento violento, o de ansiedad, irritabilidad, confusión, paranoia intensa y alucinaciones.